Después de la tormenta siempre llega la calma... y aunque parece que ese remanso de paz nunca va a llegar, siempre llega. Además, cuanto más larga es la espera, más disfrutas cuando llega por fin la tranquilidad.
Si normalmente le doy vueltas a la cabeza a aquello que está bien, puedes imaginarte a qué velocidad funcionan mis neuronas cuando hay algo que no funciona como debiera... creo que parte de mi cansancio crónico se debe a la gran cantidad de energía que gasto así, tontamente...
La parte buena es que cuando llegan los abrazos y los besos, cuando toda esta vorágine acaba... me siento flex (siempre me ha gustado esta expresión, aunque sea muy tonta). Necesito (aunque no debiera) que mi alrededor esté en calma, que mi gente esté bien con ellos y conmigo, para estar yo bien. Y cuando eso se da... es como tocar el cielo para mí.
Creo que no valoramos lo suficiente las reconciliaciones y los reencuentros. Será porque damos por hecho demasiado fácilmente que llegarán? Y si algún día no llegaran? Y si no hubiera reconciliación? No nos parece que por una tontería deba romperse una relación, del tipo que sea... aunque todos conocemos rupturas que nacieron de, aparentemente, auténticas tonterías...
Deberíamos disfrutar más de las cosas que creemos que son seguras pero no lo son. Y yo hoy me siento feliz porque hay cosas que no funcionaban, y ocurrió el milagro de que han vuelto a encajar de la mejor manera posible. :)
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Benditas reconciliaciones cuando llegan, me gusta que las cosas se aclaren, aunque no siempre los que están a nuestro alrededor están dispuestos a esforzarse... muchos besos!
ResponderEliminarPues no, por desgracia no podemos influir en cómo actúen los demás... pero no debemos olvidar que tenemos un papel importante con nuestra forma de actuar!! Gracias por tu comentario!
EliminarPreciosa reflexiópn, me ha encantado, y me alegro mucho de la reconciliación.
ResponderEliminarBesos
Lo mejor de los desencuentros son las reconciliaciones ;)
EliminarUn besote!