Soy una persona que vive rodeada de problemas. Gracias a Dios, no tengo una vida especialmente difícil... pero cuando no tengo rachas en las que tenga algún asunto que resolver, ninguna decisión que tomar o algo en que pensar... me lo invento.
Lo hago de forma inconsciente, eh? Si lo hiciera aposta, con todo el trabajo que me da y lo mal que me sienta no tendría perdón... pero, a fin de cuentas, lo hago.
Esta semana, me ha dado por pensar estupideces, y darle vueltas a todo aquello que es más o menos estable en mi vida. No sé con por qué motivo ni con qué finalidad (tampoco elijo el objeto de mis idas de olla, aparece espontáneamente).
Esto es algo que en sí no es bueno... a mi me genera un estrés inmenso, y me hace sentir más mal que bien, Pero tiene una cosa buena: evita el conformismo, te hace querer avanzar y mejorar, es un empujoncito a nuestra vida diaria.
A veces vamos corriendo como locos, vivimos un día tras otro sin pararnos a pensar si lo que queremos, lo que elegimos, es esto que tenemos. Porque aunque muchos factores externos nos vienen dados sin que tengamos derecho a seleccionarlos, gran parte de nuestro día lo elegimos nosotros.
Tras devanarme los sesos en una semana que ha sido igualmente buena que mala (siempre puedes mirar con unas gafas y extraer lo que te convenga, en cada día hay un poco de todo...), mi balance es positivo. Y lo es por dos motivos:
El primero, que casi todo lo que tengo me gusta. Vivo la vida que hace mucho tiempo deseaba vivir. Disfruto algunos momentos, rio con ganas, exprimo mi tiempo con la gente y, si bien me queda una asignatura pendiente conmigo misma (jum, debería haber empezao por ahí hace tiempo, pero siempre me postpongo... qué poca importancia me doy), en general he ido mejorando con el tiempo.
El segundo motivo es aún mejor. Hay cosas que fallan y que yo ya había notado. Ya ves si los había notado... me gusta más una queja que a un tonto un lápiz!! Es uno de los mayores defectos que tengo, que me quejo por casi todo y casi todo el tiempo... y eso, en ocasiones, es muy difícil de llevar. Pues bien, he decidido cambiar la queja por la productividad. Quejándome de las cosas no se solucionan... y como respecto a muchas de ellas sí que puedo actuar... ahí está la tía, comenzando una serie de proyectos, unos más complejos que otros, para sanear aquellas cosas que no terminan de cuadrar y que pueden ser mucho mejores.
Las dudas a veces hacen reaccionar, hacen ver otro punto de vista, son una inyección de ambición... sólo hay que pasarlas y saber gestionarlas.
Sigo teniendo dudas, igual que las tenía hace una semana... antes pensaba si las cosas eran como debían ser... ahora pienso si seré capaz de que sean como quiero... pero, a fin de cuentas, no espero cambiar de forma de ser y dejar de pensar chorradas. Algún día, espero...
miércoles, 14 de mayo de 2014
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