Y aquí va la frase de hoy, que por sí sola lo dice todo:
Obvio, no? Pues yo hasta hace bastante poco no me había dado cuenta de esto que cae por su propio peso...
En diferentes etapas de mi vida, más inconsciente que conscientemente, no me he dado permiso para ser feliz. No me preguntéis porqué, porque no lo sé. Es absurdo que una sola se ponga trabas para lograr su propia felicidad... pero lo confieso, lo he hecho, y en repetidas ocasiones además.
Afortunadamente para mí, me he dado cuenta de la estupidez tan grande que es quitarte tu misma la oportunidad de disfrutar de la vida, y aunque he perdido momentos felices... pues oye, más vale tarde que nunca!!
Creo que estoy forma parte del complicado concepto que es la autoestima. Y yo, salvo a nivel laboral que me creo muchas veces la empleada del mes (jiji), en el resto de aspectos de mi vida mi autoestima viene bastante justita. Todo es entrenable y modificable, así que en ello estamos, trabajándome e intentando cambiar y aumentar mi nivel de autoestima (como propósito no está mal, verdad?).
Y uno de los primeros pasos empieza por aquí: debo de darme más permisos, no sólo para ser feliz en sí, sino para hacer lo que me dé la real gana en cada momento. Me escudo en que la vida, la gente, el trabajo, la familia, blablabla... no me dan permiso, ni oportunidad, ni tiempo... pero en el fondo, sé que es mentira podrida. Yo no me doy permiso para muchas cosas... y eso es un error.
Hoy, Día de la Madre, voy a ser una mamá permisiva conmigo misma y, aún a riesgo de desmadrarme un poquito, voy a darme permiso por unos días para ser lo más feliz que pueda. Y eso, en el fondo, y por encima de personas y circunstancias, depende sólo de mí.
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