He de reconocer que soy perra para ponerme en movimiento. Me cuesta mucho muchísimo madrugar para hacer deporte, y cambiar en silloning por el running. Sin embargo, sé de los beneficios de hacer deporte, porque los he visto en primera persona, y a la larga he de reconocer que compensa.
La operación bikini apremia, y tengo una boda el mes que viene y no entro en ningún vestido... así que con la entrada de Mayo he decidido retomar los buenos hábitos que estaba cogiendo este 2014 y que dejé aparcados por distintos motivos que ahora no vienen al caso.
Así pues, esta mañana me he levantado a las 8 (cosa que no me ha supuesto excesivo esfuerzo, porque con este calor tan reciente duermo últimamente fatal) y me he puesto mi bañador, he desayunado, y a la piscina!!
La natación y yo nos conocimos hace poco, casi por casualidad. Tengo la espalda cada vez más hecha polvo, y el médico me recomendó nadar como parte del tratamiento. Confieso que tardé meses desde que me lo mandó hasta que me decidí a sacar el bono de la piscina... pero el aventurarme a ir sola y a pecar de cateta en los vestuarios y demás, sin conocer cuales son las normas de allí, es una de las mejores decisiones que he tomado en la vida.
No voy todos los días, pero sí que procuro ir un par de veces en semana. Me gusta ir por las mañanas, cuanto más a primera hora mejor. Hay poquita gente, no hay música, y puedes tener el carril casi para ti sola. Sólo se escucha el sonido de los chapoteos del resto de personas y el mío propio.
Es difícil describir la sensación de placer que me produce... desde chiquitita me ha encantado el agua, quizás sea que cuando me sumerjo me hace recordar tantas sensaciones buenas de mi infancia... será que me dejo llevar por la corriente, y me siento libre... puede ser que el flotar me haga sentir poderosa y olvidarme de mis preocupaciones por un rato.
Estamos sólo el agua y yo (no siento al resto de personas allí presentes), y mi sesión de ejercicios. Procuro no pensar en nada, más que en los focos del techo de la piscina cubierta. En ir contando cuantos largos llevo y cuantos me quedan para terminar la serie. Me centro en sentir el agua y mis movimientos.
Me ha gustado la experiencia desde el primer día que he ido a la piscina. Suelo ir sola y, aunque me da una pereza enorme, en el fondo es mi momento. Es la hora del día que mejor me hace sentir durante y después, porque el bienestar me dura el resto de la jornada. Se lo recomiendo a todo el mundo.
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