La rutina, como todo en la vida, puede ser mala o buena. Depende de las gafas que te pongas para mirarla.
Siempre se suele decir que la rutina trae rupturas, depresiones, que nos mete en una espiral sin darnos cuenta y nos quita la felicidad. Seguramente sea cierto, si te conviertes en un autómata casi sin darte cuenta y pasan tus días sin notar que estás viviendo.
Sin embargo, a mi la rutina me activa. Sí, quizás en su justa medida, porque lo poco gusta y lo mucho cansa. Pero siempre he sido de aquellas personas que necesitan de la rutina para vivir, para sentirse seguras, para no divagar más de la cuenta. Será porque necesito siempre tenerlo todo bajo control?
Esta Semana Santa me lo he pasado teta, de verdad. Han sido unas vacaciones diferentes, muy distintas a otras Semanas Santas... pero he disfrutado como la que más. Y he sido muy FELIZ (aunque mis pies no han sido muy felices, pobrecitos míos!).
Quizás es por eso que este lunes abrazo tan alegremente la vuelta a la rutina. Porque la vida consiste en una de cal y otra de arena. Y ambas pueden ser malas y buenas. E igual que yo elegí disfrutar de lo bueno de la semana pasada, elijo disfrutar de lo bueno de esta semana que entra.
Porque lo cortés no quita lo valiente... después de unas vacaciones estupendas, se puede volver a tener una rutina y ser feliz. Estoy convencida. Y estoy, más importante aún, decidida a demostrármelo a mí misma.
lunes, 21 de abril de 2014
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