Entiendo a aquellos a los que no le guste, pero para mí la Semana Santa tiene algo especial, desde chiquitina.
Visto desde el lado religioso o no, implica un parón en la vida díaria, unos días para hacer cosas diferentes, y ver tu vida desde una perspectiva diferente.
Si bien con los años mi punto de vista ha cambiado, siempre aprovecho esta época para reflexionar. La Semana Santa y sus pasos me emocionan, y aunque no participe de forma activa todos los años, me siento dentro de cada procesión.
Este año concreto esta parada llega en un momento idóneo en mi vida. También las circunstancias acompañan. Y aunque ha comenzado como una Semana Santa totalmente diferente a lo que estoy acostumbrada (los tiempos, las personas, las emociones), me siento tan bien que me parece mentira.
Algo en mí cambia. Espero que este cambio sea positivo, y que sea capaz de dejarme fluir con esos penitentes... al fin y al cabo, la penitencia es sólo un estado de la mente.
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