Hoy hace 7 años que mi padre murió. Y es un día raro... siempre lo es, desde hace 7 años, pero hoy especialmente.
Este año no me siento triste, más bien me siento extraña. Tengo un cúmulo de sentimientos y pensamientos diversos, tal y como otros años. Pero, no sé bien por qué razón, he decidido hacer de hoy un día lo más normal posible, y esperar que pase pronto.
Sí que he ido a misa, más por propia convicción que porque a mi padre le importara. Él siempre decía que, una vez muerto, como si lo echábamos al puchero... no soy adepta al canibalismo, pero sí que creo en una posible vida después de la muerte, y si desde aquí puedo ayudar a que mi padre esté lo mejor posible... ahí estoy yo, aportando mi granito de arena.
Sin embargo, este año he decidido no bajar al cementerio. Puedo mentirme a mí misma y decir que es porque trabajo esta tarde, que me viene justo, que tengo otras cosas que hacer, que no tengo el coche, que mi hermana no me acompaña... incluso puedo llegar a decirme que mi padre no le daba importancia a estas cosas, que a él el bajarle flores o no ni fu ni fa... Pero en el fondo, sé que lo he decidido yo y, aunque en parte me sienta mal (7 años es demasiado poco, a mi criterio, para caer en el abandono), es una decisión que he tomado yo.
Tiene su gracia... al principio de morir mi padre, me encantaba bajar al cementerio. No bajaba todos los días, pero sí con bastante frecuencia. La pena es que bajaba más a verlo muerto que en vida... pero me hacía sentir cerca de él. Digamos que era terapéutico, me serenaba bajar a llorar con él o a contarle mis problemas, que tras su muerte fueron bastantes.
Pero la vida sigue y, si bien creo que hay cosas que nunca se superan (como puede ser la muerte de un progenitor), sí que se aprende a vivir con ellas. Han ido pasando los años y, aunque lo echo muchísimo de menos, me acuerdo mucho de él y lo necesito para muchas cosas... me he adaptado a ser huérfana de padre. He conseguido aceptar muchas cosas, a tomar las cosas como han ido viniendo... y hoy puedo vivir mi vida sin que me suponga una pena constante.
Es por ello que el cementerio ahora me parece un alto en el camino, un paso atrás, un tropezón en una vida que ha conseguido vivir sin esos recuerdos tan tristes... ahora el cementerio es mi enemigo, me cuesta mucho bajar (no sólo porque esté bastante lejos), me requiere una preparación previa y una superación posterior... y este año no me apetece.
Sólo quiero que sepas, papá, desde donde quiera que me lees... que, aunque te haya sido infiel este año, hoy mi día viene marcado por tí. Y hoy especialmente te echo mucho de menos. Y te quiero.
martes, 8 de julio de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No sé muy bien qué decirte, diré que si necesitas hablar de todo ésto, no lo dudes..
ResponderEliminarUN ABRAZO DE OSO.
<3
Muchas gracias, me llega ese abrazo ;)
EliminarTú también tienes un blog, así que sabrás lo mucho que desahoga escribir... y si te leen, y te mandan ánimos, te sientes más reconfortada. Un besote.