Hoy te he echado tanto de menos... tanto como para recordar el que fue probablemente el último abrazo que nos dimos. Quizás el único verdadero, al menos siendo yo "mayor". Quizás el primero en el que yo te consolaba a tí, y no al contrario.
No fuiste mucho de abrazos... yo también había aprendido, por aquella época, a enseñar sólo lo justo. Pensaba, creo que pensábamos, que mostrar los sentimientos era como abrir la puerta a que te hagan daño. Ahora es A quien lo piensa, y espero que no se corrija demasiado tarde para que no tenga que pasar por las mismas malas consecuencias que eso tuvo en tu vida y en tí.
De forma más o menos inconsciente te he dejado a un lado... formas parte de mi, eso no va a cambiar nunca. Siempre estarás con nosotros, fue mi promesa y yo lo que prometo lo cumplo. Pero dueles, y yo intento ser feliz y no puedo permitírmelo ni permitírtelo.
No podemos volver atrás, ni yo volvería a pasar por ahí porque no sé si podría... hay una parte de nuestra historia que probablemente es de las pocas cosas de mi vida que borraría o al menos cambiaría si pudiera.
Sin embargo, te echo de menos cada día, en cada momento importante, en cada cosa ordinaria...
Cuando mamá me dio aquella caja de cartas vuestras no sabía el regalo que me hacía. Yo tampoco lo sabía. Y no quiero ser egoísta negándole a mis hermanos un tesoro del que ahora soy guardiana. Creo que a todos nos hará bien refrescar bonitos recuerdos de los que salimos nosotros... conocer cómo érais con nuestra edad, reconocernos en vuestros pensamientos y opiniones... qué bendición, papá.
Pero te echo de menos. Fíjate, tanto como para coger un blog que tengo más o menos abandonado y escribirte. Porque yo sé que me lees, y quiero que sepas lo enfadada que estoy, lo triste, lo pequeña que me siento a veces sin ti. Y lo que necesito tu abrazo.
Al poner el título a este post, he dudado si esto era un granito o un motivo... y, aunque no nos lo creamos ninguno, para mi es un motivo. Ha pasado de granito a motivo, y eso es algo fantástico.
Estoy encantada de conocerte, de reconocerte en tus letras, de reirme con algunas de vuestras tonterías de enamorados... y estoy encantada de acercarme a ti de alguna forma, aunque eso me escueza un poquito.
Prefiero estar viva, y revivirte a tí también, aunque duela... que intentar no pensar en tí. O decirme a mí misma y decirte a tí que no lo hago, aunque sea mentira.
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