Granito: Vueltas

Un pequeño inciso al inicio para comentaros que no, no he ardido entre mis paredes recién estrenadas... Gracias a Dios, y a un vecino que se encargo de mover el asunto, está todo solucionado y, aunque sigo sin vitrocerámica y aún traerá cola el tema (me lo guardo para otro post) hemos podido volver al calor del hogar, y estoy tremendamente agradecida por recuperar mi vida.

No obstante, debería estar feliz, disfrutar de mi nueva retomada tranquilidad, agradecer que lo que podía haber pasado no pasó... y no es así como me siento.

Creo que parte de culpa lo tienen el caos de estos días... Volver a mi casa, o la que hasta hace unas semanas lo era, y no hallarte, no sentirla tuya, no tener nada allí personal que te ayude a sentirte cómoda. Estar todo el día corriendo, nerviosa, pendiente de los técnicos, del grupo de wasap de los vecinos, del electricista. No ver ni hablar con el Pequeño más que algunos ratos, para comunicarnos datos importantes o pasos a dar en relación al conflicto. Y, mientras tanto, procurar trabajar y dar mis clases con un mínimo de concentración.

Soy demasiado complicada como para disfrutar sin más de la ansiada calma que ha seguido a la tempestad... y me dedico a darle vueltas al coco con temas insulsos que me tienen entretenida y agobiada a partes iguales.

A veces me gustaría arrancarme la cabeza, ser capaz de ponerme por delante, pensar en mí, en mí y nada más que en mí... no sé porqué cojines no puedo hacer eso. No sé porqué vivo preocupada de lo que piense todo el mundo sobre mi y mis circunstancias, sobre qué sienten personas a las que le importa bien poco lo que siento yo... Me gustaría ser egoísta, no sé porqué no lo soy cuando pasan los años y me voy dando cuenta de que es la única forma de sobrevivir en la jungla.