viernes, 21 de agosto de 2020

Recuerda quién eres

 Hemos olvidado la lección de vida más importante. "Recuerda quien eres." 

Recuérdalo cuando te engañen y te encuentres en lugares en los que nunca esperaste estar.

Recuérdalo cuando sientas que no eres ni la sombra de lo que siempre has querido ser.

Cuando estés perdida y venga un palo detrás de otro. Recuerda que pasará. Que todo termina pasando aunque sea lento. 

Recuérdalo para volver a ti. Para volver a luchar por ti y para volver a creer en ti.

Una debe recordar quien es en los PEORES MOMENTOS de su vida. Para no volverse loca. 

Para no perder el norte demasiado tiempo. 

Recuerda esas sonrisas. Vuelve a los lugares de los que necesites energía.

Vuelve a los recuerdos buenos. 

Recuerda tus valores. Tus ideales. 

Tus sueños e ilusiones. 

Vuelve a buscar las sensaciones que te hacían sentir bien.

Vuelve a recordar quien eres, cada vez que te salgas del camino. Que nos desviamos muchas veces. 

Recuérdalo. Desde ese precipicio. RECUÉRDALO.

Sigues siendo esa persona y sigues manteniendo esa esencia genética que nos hace a cada uno de nosotros únicos. Eres única. Y lo has olvidado porque has dado demasiado poder a otra persona sobre ti misma. Recuérdalo y repítetelo. 

No permitas (pero no lo permitas de verdad!!!) que nadie te haga olvidar lo que eres y lo que quieres llegar a ser. 

Tu camino, ese que todos llevamos y recorremos interiormente es SOLO TUYO. Y si no lo reconstruyes, y no lo proteges y lo recuerdas cuando más perdida estés, acabarás en los caminos y en los sueños de otras personas. Viviendo sus deseos, sus sueños y sus miedos también. Y te mirarás al espejo y no reconocerás la vida que estas viviendo y ni siquiera el motivo.

Recuerda quien eres. Y cuando hayas recordado quien eres, VUELVE a ser esa persona que merezca la pena mimar y proteger (de cualquiera).

jueves, 20 de agosto de 2020

Ángel de la guarda

EL ANGEL DE LA GUARDA (Brillo de Lagrimas)

"Cuando niña el te llevaba de la mano por los claros caminos del país de la infancia...un territorio donde el sol jamás se oscurecía.

Después, tus pasos de mujer tomaron otras calles, la sonrisa se te quedo prendida en las ramas de algún árbol, mitad flor..mitad miedo...

Te asalto el apuro, a veces el cansancio, a veces la rutina...Y el ángel de la niñez ya no estaba tomado de tu mano.

 Para que vuelva el ángel tienes que tararear camino al trabajo o mientras acomodas las cosas de la casa.

Tienes que acercarte a tus amigos y decirles que ahí estas, que siempre estarás cerca cuando te necesiten.

Tienes que ver estrellas en los ojos del hombre amado.

Para que vuelva el ángel tienes que ponerte a esperarlo con el corazón abierto de par, como una ventana" (Poldy Bird)

Ángel d la guarda,

dulce compañía, 

no la desampares,

ni d noche ni d día. 

Las horas q pasan,

las horas del día, 

no la dejes sola,

sírvele d guía. 

Ángel d la guarda,

dulce compañía, 

vé siempre a su lado,

luz en su agonía....

martes, 18 de agosto de 2020

Mientras...

Mientras tú creías que yo no estaba mirando, yo vi que: Pegaste con un imán mi dibujo al refrigerador, por eso de inmediato quise hacer otro.

Le diste de comer a un gatito sin hogar, entonces entendí que a los animales hay que tratarlos con amor y respeto.

Preparaste mi pastel favorito especialmente para mi, así me di cuenta que los pequeños detalles ocultan mucho sentido.

Fuiste a visitar a tu amigo enfermo, y entonces entendí que las personas deben cuidarse mutuamente.

No niegas la ayuda a los necesitados, y comprendí que si tienes tiempo y dinero, hay que ayudar a aquellos que no lo tienen.

Tratas con mucho cuidado nuestra casa y a todos los que vivimos aquí, y entendí que cada persona debe cuidar lo que tiene y lo que quiere.

Incluso cuando te sientes mal, continúas cumpliendo con tus obligaciones, y me di cuenta de lo que significa la responsabilidad.

A veces no pudiste contener las lágrimas, y entendí que en la vida hay tristeza y dolor, y llorar es normal.

Nunca dejas de cuidar de mí, y yo quise cumplir todas tus expectativas y hacer todo lo posible para que te sientas orgulloso de mí.

Mientras tú creías que yo no estaba mirando, aprendía de ti la vida. Tomé tu ejemplo y traté de ser como tú.

En lo más profundo de mi alma estaba un pequeño adulto que se decía a sí mismo: 

(((Queridos padres, gracias por todo lo que he visto mientras creían que yo no estaba mirando.)))

viernes, 14 de agosto de 2020

Intimidad

 Cuando la gente piensa en la intimidad 

suelen pensar en las piernas enredadas, 

la piel, la desnudez. 

La intimidad es la desnudez para algunos, 

pero las intimidades más profundas no consisten 

en la desnudez de la carne, 

sino que es la parte secreta del espíritu 

que baila en los fuegos de la vunerabilidad. 

La intimidad es cuando recito tu poema favorito 

de memoria cada vez que estás triste. 

Es cuando me cuentas tus alegrías 

y el aprendizaje del idioma de tus ojos 

después de un largo día. 

La intimidad es analizar tus marcas de nacimiento 

para encontrar constelaciones ocultas. 

Es querer ir a tu país, llamado cuerpo

al que yo llamo hogar, 

y ver cómo las sonrisas

dentro de ti llenan una patria que lleva tu nombre. 

La intimidad es hacer el amor 

a cada sílaba de tu nombre,

es sonreír mientras nuestro cuerpos se unen. 

Es dejar que tus manos de ternura 

me guíen hacia tu más profunda herida. 

La intimidad es conocer tu color favorito, 

tu sinfonía favorita, tu escondite favorito. 

Es saber la diferencia entre el fuego que te quema 

y el fuego que te hace arder dentro de ti. 

La intimidad es arrodillarme ante ti cuando lloras, 

es poder aguantar el mar de tu agonía. 

Es poner una sábana sobre ti mientras duerme.

Es ver a través de ti mil vidas 

y querer regresar a ti en cada una de ellas. 

La intimidad es verte en pura esencia, 

una magnífica criatura llena de sombras y luz. 

La intimidad es verme atado a tus nervios, 

a tus vasos sanguíneos, a tu cabello, 

a tu espíritu, a tus huesos, 

a encontrar mi paz allí y ya no querer salir jamás.

Autor: Ron Israel

jueves, 13 de agosto de 2020

El bote de mayonesa

 Un profesor en su clase, sin decir palabra, cogió un frasco grande y vacío de mayonesa y lo llenó con pelotas de golf.


Luego preguntó a sus estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos estuvieron de acuerdo en decir que sí.


De nuevo, sin decir nada, el profesor cogió una caja llena de canicas y la vació dentro del frasco de mayonesa. Las canicas llenaron los espacios vacíos entre las pelotas de golf.


El profesor volvió a preguntar a los estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos volvieron a decir que sí.


Luego…el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del frasco. Por supuesto, la arena llenó todos los espacios vacíos, y el profesor preguntó nuevamente si el frasco estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes respondieron con un ‘sí’ unánime.


El profesor enseguida agregó dos tazas de café al contenido del frasco y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían en esta ocasión. Cuando la risa se apagaba, el profesor dijo:


‘QUIERO QUE SE DEN CUENTA QUE ESTE FRASCO REPRESENTA LA VIDA’.


Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud o los amigos. Son cosas que, aún si todo lo demás lo perdiéramos y solo éstas quedaran, nuestras vidas aún estarían llenas.


Las canicas son las otras cosas que importan, como el trabajo, la casa, el coche, etc.


La arena es todo lo demás… las pequeñas cosas. Si ponemos primero la arena en el frasco, no habría espacio para las canicas ni para las pelotas de golf.


Lo mismo ocurre con la vida.


Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes.


Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad.


Juega con tus hijos, dedica tiempo a revisar tu salud, ve con tu pareja a cenar, practica tu deporte o afición favoritos, siempre quedará tiempo para limpiar la casa y reparar la llave del agua.


Ocúpate de las pelotas de golf primero, de las cosas que realmente importan. Establece tus prioridades, el resto es solo arena…


Una de las estudiantes levantó la mano y preguntó qué representaba el café.


El profesor sonrió y dijo:


‘Qué bueno que me hagas esta pregunta… Sólo es para demostraros, que no importa lo ocupada que tu vida pueda parecer, siempre hay lugar para un par de tazas de café con una amiga.’

miércoles, 12 de agosto de 2020

El vendedor de huevos

 La mujer le preguntó: "¿A cuánto estás vendiendo los huevos?"

El viejo vendedor respondió: a $0.10 el huevo, señora".

Ella le dijo: "Tomaré 6 huevos por $0.50 o me iré".

El anciano vendedor respondió: "Esta bien señora, llévelos al precio que usted quiera". Puede ser, que este sea un buen comienzo, porque hoy no he podido vender ni un solo huevo.

Ella tomó los huevos y se fue sintiendo que había ganado. Se subió a su automóvil y se fue a un elegante restaurante con una amiga.

Allí, ella y su amiga, ordenaron de la carta, lo que mas les gustaba. Comieron un poco y dejaron mucho de lo que ordenaron. Luego ella fue a pagar la cuenta. La cuenta le salió $38.00 Ella dio $40.00 y le pidió al dueño del restaurante que se quedara con el cambio.

Este incidente podría haber parecido bastante normal para el propietario pero, muy doloroso para el pobre y anciano vendedor de huevos.

La cuestión es:

¿Por qué siempre demostramos que tenemos el poder cuando compramos a los necesitados? ¿Y por qué somos tan generosos con aquellos que ni siquiera necesitan nuestra generosidad? ¿Por qué nos gusta tanto vivir de las apariencias?

"Mi padre solía comprar productos simples a los pobres a precios altos, aunque no los necesitaba. A veces solía pagarles más.

Me preocupé por este acto y le pregunté por qué lo hacía. Entonces mi padre respondió: "Es una caridad envuelta en dignidad, hijo mío"

martes, 11 de agosto de 2020

Los botones de mi madre

Deshacer la casa de tus padres es el siguiente escalón a enterrarlos, un duro trago que se hace con una mezcla de ternura, emoción y tristeza infinita. Es rescatar recuerdos, encontrar pequeños tesoros que no recordabas o que ni siquiera sabías que existían. Te sientes como un ladrón abriendo cajones cerrados con llave, como un intruso que husmea en intimidades ajenas. Encuentras tu propio pasado, recuerdos de infancia, la tuya, la de tus padres, incluso la de tus abuelos, mezclados con trazas de tus propios hijos, fotos, dibujos “para la mejor abuela”, tarjetas…. Podrías pasar días, semanas, quieres terminar de organizarlo pero también quieres que nunca acabe, que continúe como metáfora de aquel primer cordón umbilical, como esa última oportunidad de sentir su olor, todavía en los armarios llenos de sus ropas.

En una de esos ratos de lágrimas y de sonrisas, encontré los botones de mi madre, un enorme regalo para la imaginación y la reflexión. He pasado dos tardes clasificándolos, mirándolos, casi mimándolos y al final dejando plasmada su existencia en esta foto como un homenaje a la mujer excepcional a muchos niveles que fue mi madre. Pero muchos de sus atributos son comunes a una generación de mujeres, aquellas que fueron niñas de la guerra y la posguerra pasando hambre y miedo, adolescentes y jóvenes con una educación limitada (“ser médico es de hombres”), mujeres siempre a la sombra y tutela primero de padres y luego de maridos (la generación que ni siquiera podía abrir una cuenta en el banco o tener una propiedad si no era con un varón) pero excelentes economistas que eran capaces de ahorrar, de dirigir familias numerosas, fantásticas cocineras, cuidadoras dedicadas, maestras de vida. Mujeres que individualmente no han hecho historia pero que como generación trabajaron para levantar un país en ruinas y para que sus hijos fuéramos mejores y tuviéramos más que ellas mismas. Unas luchadoras.

Los botones de mi madre me han contado muchas cosas; he encontrado el pasado familiar en formas varias y materiales diversos: cuero, nacar, metal, madera, plástico….; leo historias en botones de los años 50 que reconozco en una foto amarillenta de mi abuela, los de las trenkas infantiles, ropa de fiesta, de batas de estar en casa, los del uniforme de gala de ingeniero agrónomo de mi padre, de las camisas de los babis del colegio, botones minúsculos de ropitas de bebé, botones forrados….hay cientos de botones, algunos preciosos, otros horribles. Resulta que en mi casa nunca se tiraba un botón, cuando una prenda se jubilaba, se guardaban los botones y se hacía trapos con la tela. Un eterno “por si acaso” y un constante “esto ha costado dinero”.Y en estos cientos de botones leo el salto generacional e intuyo cómo hemos cambiado y quizás, lo que hemos perdido.

Vivimos en una sociedad de usar y tirar, de “obsolescencia programada”, de reciclar como moda y no como costumbre, de no apreciar que las cosas cuestan un dinero, cuestan un trabajo y un esfuerzo; ahora somos de comprar y consumir a marchas forzadas. Consumistas pertinaces y obsesivos.

Vivimos en una sociedad siempre con prisas, descentrada, incapaz de parar a realizar tareas sencillas o poco llamativas, hemos dejado de encontrar placer en la simplicidad de las cosas, vivimos con un pie en la virtualidad de las redes sociales. Nuestra atención siempre dividida.

Vivimos en una sociedad en la que la palabra “ahorro” se vio sustituida por la palabra “crédito” hace tiempo, donde en vez de prever el futuro, reservar por si se necesita, se gasta por adelantado. No solo no se guardan esos botones sino que se compran botones sin tener cómo pagarlos.

Vivimos en una sociedad con las mujeres completamente incorporadas al mundo laboral, dejando en las casas ese hueco que nadie puede ni podrá cubrir (y que conste que a feminista no me gana nadie); nuestras madres, “de profesión: sus labores”, hacían esa función que aunque no reconocida ni pagada era inmensa y que a veces incluía reciclar botones y otras no faltar ni un solo día a abrirnos la puerta al volver del cole, o prepararnos la merienda, acudir a las funciones del colegio, ayudarnos con las tareas de “pretecnología”, echarnos mercromina en las rodillas o atendernos con el “tengo sed” de por la noche. Y no, hay cosas que solo una madre puede hacer como una madre, incluso el padre mas entusiasta y dedicado es un sucedáneo de lujo pero sucedáneo al fin.

Y creo que al menos mi madre no vivía frustrada ni alienada, al revés, sabía que hacía su trabajo y que lo hacía bien. Ella, que siempre hubo querido ser médico, fue hasta el final, una madre entregada, buen ejemplo de su generación. Mujer sin mediocridades, sin ser madre, esposa o profesional a tiempo parcial y sin nunca poder darlo todo. Y además, de premio, con un poco más de tiempo para arreglarse, organizar cenas con los amigos o salir de fiesta (eso también me lo dicen también los botones…..). Las mujeres de ahora, nos hemos liberado….nos hemos liberado…..¿nos hemos liberado? La bolsa de botones se ríe de mi.

Lo que no sé es cuantos botones faltan, cuantos realmente fueron de utilidad, cuales se injertaron en otra prenda; la bolsa solo tiene los que nunca llegaron a ver más vida que la foto en la que ahora quedan inmortalizados. Y es que al final, la vida quizás sea solo eso, una enorme bolsa de botones.