viernes, 14 de agosto de 2020

Intimidad

 Cuando la gente piensa en la intimidad 

suelen pensar en las piernas enredadas, 

la piel, la desnudez. 

La intimidad es la desnudez para algunos, 

pero las intimidades más profundas no consisten 

en la desnudez de la carne, 

sino que es la parte secreta del espíritu 

que baila en los fuegos de la vunerabilidad. 

La intimidad es cuando recito tu poema favorito 

de memoria cada vez que estás triste. 

Es cuando me cuentas tus alegrías 

y el aprendizaje del idioma de tus ojos 

después de un largo día. 

La intimidad es analizar tus marcas de nacimiento 

para encontrar constelaciones ocultas. 

Es querer ir a tu país, llamado cuerpo

al que yo llamo hogar, 

y ver cómo las sonrisas

dentro de ti llenan una patria que lleva tu nombre. 

La intimidad es hacer el amor 

a cada sílaba de tu nombre,

es sonreír mientras nuestro cuerpos se unen. 

Es dejar que tus manos de ternura 

me guíen hacia tu más profunda herida. 

La intimidad es conocer tu color favorito, 

tu sinfonía favorita, tu escondite favorito. 

Es saber la diferencia entre el fuego que te quema 

y el fuego que te hace arder dentro de ti. 

La intimidad es arrodillarme ante ti cuando lloras, 

es poder aguantar el mar de tu agonía. 

Es poner una sábana sobre ti mientras duerme.

Es ver a través de ti mil vidas 

y querer regresar a ti en cada una de ellas. 

La intimidad es verte en pura esencia, 

una magnífica criatura llena de sombras y luz. 

La intimidad es verme atado a tus nervios, 

a tus vasos sanguíneos, a tu cabello, 

a tu espíritu, a tus huesos, 

a encontrar mi paz allí y ya no querer salir jamás.

Autor: Ron Israel

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