"Todos los días, mañanas y tardes, al ir hacia la farmacia, me encuentro con María, yo voy en mi coche, ella andando con su bolsita llena de fruta, cremas y demás enseres para su marido que la espera con alegría en la residencia, donde lo internaron, cuando una operación de tumor cerebral le devolvió la vida, pero le quitó la conciencia.
María es fiel a su cita diaria con su amado, le lleva todo lo que sabe que a él le gusta y no le dan en dicho lugar: "si hombre, estamos como para caprichos" le contesta la directora, cuando ella sugiere alguna chuchería que podría darse a todos los que allí viven.
María es una mujer de una entereza, de una fidelidad, conmovedoras. Elegante, discreta, culta, un ejemplo viviente de ese dicho: " en la salud y en la enfermedad" que poca gente acaba cumpliendo.
María es una de mis maestras, personas de las que aprendo sin darme cuenta y sin querer ellas enseñarme, no tengo ni que decir que nuestras charlas son una delicia.
Hoy me ha contado algo que es la razón de este escrito.
Me cuenta María que cuando los viejos demenciados, sean hombres o mujeres, sienten dolor o piensan que les hacen daño, sólo dicen una cosa: MAMÁ!!!!, MAMÁ!!!!!"
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